“Él estaba flaco”, ha explicado la madre para argumentar que durante años la alimentación de su hijo fuese tan deficiente. La familia comenzó a darse cuenta que algo pasaba con su hijo a los 14 años cuando acudieron al médico porque se encontraba a menudo cansado y débil sin motivo aparente, según señalan los médicos del Hospital Bristol Eye de la ciudad.
Según los informes clínicos, su madre definió a su hijo como “quisquilloso” con la comida. Rechazaba todo aquel alimento con una textura que no le gustase y comía solo papas fritas en una cafetería al salir del colegio. Solo comía las papas fritas, pan blanco de molde, lonchas de jamón procesado y salchichas.
Los informes clínicos revelan que efectivamente estaba flaco. Si bien presentaba un índice de masa corporal normal, se descubrió que sufría anemia macrocítica y que presentaba niveles bajo de vitamina B12, bajos niveles de selenio y de cobre, altos niveles de zinc y muy poca vitamina D. Las inyecciones para tratar esos niveles y los consejos dietéticos no sirvieron de nada. Y la ceguera se hizo permanente.
El caso del joven ha sido publicado en la revista médica Annals of Internal Medicine, en donde los autores apuntan a que la neuropatía óptica nutricional fue desarrollándose a lo largo de los años debido a una dieta tan deficiente. Los mismos investigadores recuerdan que los riesgos para la salud cardiovascular de las dietas pobres basadas en comida basura y muy procesada no solo se limitan a la obesidad y al cáncer, si no a otros trastornos relacionados con el sistema nervioso. En este caso, a la visión.