Cientos de fieles aguardaron hoy una paciente cola dentro y fuera de la Catedral de Asunción para besar o tocar la reliquia del corazón de san Pío de Pietrelcina, una de las figuras más veneradas del santoral católico, en un recorrido por varios países de Latinoamérica comenzado esta semana en Paraguay.

Bajo un sol ardiente y combatiendo el calor con abanicos o refrescos, paraguayos de todas las edades formaron una larga fila desde una calle adyacente a la Catedral para entrar en el interior de la misma, donde la reliquia estaba expuesta en una urna ubicada a la derecha del altar del templo.

Hermanos capuchinos y seglares como el ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, se encargaron de mantener el orden de la cola a medida que los fieles se aproximaban a la reliquia del santo italiano, cuando se cumple el centenario de las apariciones de sus estigmas.

Una vez frente a la reliquia del fraile capuchino, y tras esperar en la fila por cerca de una hora, los fieles rezaban ante ella o acariciaban el relicario mientras transcurría una de las cuatro misas que se oficiarán ese día.

Entre ellos tenían preferencia los ancianos y las madres con bebés, así como los enfermos que buscaban en la reliquia el poder sanador del santo.

“San Pío tenía un aprecio especial por los enfermos.Muchos enfermos se acercan al corazón de san Pío para pedir una gracia, la gracia de la sanación. Pero la principal gracia que san Pío puede dar es la de traspasar nuestro corazón con el amor de Dios”, dijo a Efe el hermano capuchino Valentín Pesente.

Al mismo tiempo, decenas de personas formaban otra hilera para confesar, siguiendo la reconocida labor como confesor de san Pío de Pietrelcina.

“San Pio era famoso por eso, él se quedaba de 10 a 12 horas al día atendiendo confesión, la ayuda espiritual. El tenía el don de conocer la conciencia de la otra persona, él decía no estás todavía preparado para recibir la confesión, vuelva en un mes”, explicó Pesente.

El religioso destacó la presencia de la reliquia en un país de tradición católica como Paraguay, y el hecho de que ello ocurra cuando se cumplen 30 de la presencia de la orden capuchina en el país sudamericano.

“Tuvimos la gracia que el corazón de san Pío salga oficialmente para una visita a un país y vino al corazón de América, vino a Paraguay“, indicó Pesente.

Un corazón convertido en reliquia desde la exhumación del cuerpo del santo, hace diez años.

“Cuando se hizo la exhumación canónica del cuerpo de san Pío en el año 2008, que se sacó de su tumba, se encontró esta parte del músculo del miocardio incorrupto intacto, que no se descompuso. Una parte de su cuerpo se descompuso pero esta parte quedó incorrupta”, dijo Pesente,

“Es una reliquia de un santo, es una reliquia que nos lleva a Dios”, subrayó.

Con esa creencia, fueron también muchos los paraguayos que se arremolinaron en la escalinata de la Catedral para adquirir, en una carpa instalada a tal fin, paños, candelas con la imagen del santo, además de estatuillas, rosarios, oleos y estampas.

Esta es la segunda vez que la reliquia sale de San Giovanni Rotondo, el templo más visitado del mundo católico tras el Vaticano y el templo mexicano de la Virgen de Guadalupe.

Unas 10.000 personas han presentando homenaje en Paraguay al santo desde que la reliquia llegó a Asunción el pasado lunes y fuera exhibida en varias capillas y templos de la capital y del interior del país.

Para el 18 de abril está previsto que la reliquia sea trasladada a Argentina, pero antes seguirá recorriendo varios puntos de Paraguay.

Así, el domingo estará en la Basílica de Caacupé, a unos 40 kilómetros de Asunción, centro de la mayor peregrinación católica de Paraguay.

El padre Pío, nacido en 1887 y fallecido en 1968 y cuyo nombre de pila era Francesco Forgione, fue proclamado santo por el papa Juan Pablo II.

Su fama se debe a una vida en total pobreza y a los estigmas en las manos, pies y costado que le aparecían y que la Iglesia atribuía a que reproducían las llagas de Cristo.

Las reliquias fueron expuestas en 2016 en la Basílica de San Pedro del Vaticano, dentro del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que proclamó Francisco.