Carlos Pereira, actual diputado liberal, y residente de Cambyretá, se presenta como precandidato a la Intendencia de Encarnación para el 2026. Aunque nunca vivió ni gestionó en Encarnación, ahora busca posicionarse como su futuro intendente, en una jugada que muchos ven como una maniobra de poder político antes que un proyecto ciudadano real.
Carlos trasladó recién en el año 2021 su inscripción electoral de Cambyretá a Encarnación, lo que alimenta aún más las dudas sobre su genuino vínculo con la capital de Itapúa. Pese a esto, intenta instalar una candidatura con el respaldo de su hermano gobernador y del actual intendente saliente, Luis Yd, cuya administración está marcada por críticas, promesas incumplidas, obras inconclusas y un profundo desgaste político.
Lejos de representar un cambio, Carlos Pereira es visto como la CONTINUIDAD del modelo de Luis Yd, una figura que hoy cuenta con una imagen negativa, incluso dentro de sectores que antes lo apoyaban. No es casual que Yd lo respalde: con su propio ciclo agotado, busca refugiar su estructura en la figura de Pereira, como una forma de blindarse y asegurarse impunidad tras dejar la administración municipal.
En ese contexto, sectores ciudadanos, referentes barriales y actores políticos coinciden en que Encarnación necesita una renovación real, no una imposición desde Cambyretá, ni acuerdos entre cúpulas que busquen sostener los mismos privilegios de siempre. El proyecto de Carlos Pereira no surge desde la gente, sino desde el poder.
La pregunta se impone: ¿quién gobierna realmente cuando un intendente responde más a compromisos políticos que a los intereses de los encarnacenos?
Con su traslado de voto reciente, con escasa presencia real en los barrios, y con el peso de una administración que deja más dudas que certezas, Carlos Pereira no representa un nuevo rumbo para Encarnación, sino la prolongación de un modelo ya desgastado.